Dentro de las Jornadas por la III República organizadas por la Plataforma de Ciudadanos por la República de la Universidad de Alicante, este próximo martes 23 de noviembre tendrá lugar la Charla-coloquio “Memoria y política en la España actual”, a cargo del profesor Pedro García Bilbao, vicepresidente de la Plataforma, miembro de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, sociólogo, escritor y profesor universitario. Su especialidad son las migraciones forzosas y los estudios en temas de defensa y memoria histórica.
Asimismo, el profesor García Bilbao presentará su último libro, La represión franquista en Guadalajara, escrito junto a P. Paramio Roca y Xulio García Bilbao.
Reproducimos a continuación un interesante artículo de P. García Bilbao, escrito en 2002, y que continúa estando absolutamente vigente:
Sobre el concepto de memoria histórica
La memoria histórica (MH) no tiene nada que ver con el coleccionismo militar o la militaria, la MH no es la fascinación por hechos militares o aventureros ni el interés por los uniformes, la quincalla variada o los campos de batalla. No es MH ese interés anglosajón por clasificar los tipos de botones de los Royal Green Jacquets para compararlos con los de la Wessex Light Cavalery; no es recordar la hazaña bélica de Michael Wittmann en su Tiger casi en solitario frente a un regimiento británico en Villers-Bocage, o poder clasificar los atuendos de camuflaje de las waffen-ss; aunque son muchas ciertamente las personas cuyo interés por el pasado nunca llega a sobrepasar esos límites anecdóticos. Tampoco es un recuerdo personal, familiar, emotivo, sin valor más allá del nombre de una familia. La MH es otra cosa.
La MH es un recuerdo colectivo, una evocación volcada hacia el presente del valor simbólico de las acciones colectivas vividas por un pueblo en el pasado. La MH es una acción que preserva la identidad y la continuidad de un pueblo, es no olvidar lo aprendido, muchas veces con sangre, es el camino para no repetir errores pasados… Son muchos los que mantienen memoria de los sucedido a sus familiares, o a ellos mismos, y no es poco. Pero si el recuerdo no incluye una visión de conjunto, una reflexión serena sobre las circunstancias que causaron o motivaron los hechos del pasado, ese recuerdo puede resultar solamente un velo que nuble el buen entender.
Conocí a la hija de un concejal socialista de Santiago de Compostela asesinado en Agosto de 1936; su pobre madre era una joven campesina sin mayor formación que se vio con su marido encarcelado y luego asesinado, con tres pequeños a la puerta de una prisión, sin trabajo, ni formación, ni dinero, con todas las puertas cerradas, con el desprecio, el rechazo y el miedo de una sociedad sometida a la barbarie fascista. Esa pequeña recordaría siempre el hambre pasada, el dolor sufrido sin saber el porqué, el sacrificio de su madre. Nunca nadie le dio una explicación de todo aquello. O mejor dicho, sí se la dieron, lo hicieron las monjas del orfanato donde hubo de ser acogida: le dijeron que su padre había sido un monstruo, que había sacrificado a su esposa e hijos por unos ideales anticristianos y que era el único culpable de la tragedia. La pequeña creció educada en ese sentimiento de rechazo y culpabilidad. Siendo mayor consideró que el orden natural de las cosas era el de los vencedores y que los intentos de cambiar sólo eran fuente de sufrimiento para los débiles. Esa señora que conocí aprendió solamente al final de su vida que su padre era socialista precisamente porque les amaba a ella, a su esposa y a sus hijos, con absoluta desesperación. Pero ya era tarde para la sociedad en la que vivieron sus hijos; una persona podría llegar a remontar la basura y las oscuridad vertida durante décadas, pero colectivamente hacerlo es muy difícil y causa muchas tensiones.
La MH es otra cosa. De entrada hay dos tipos de MH, dos sujetos colectivos de MH. La de los pueblos y la de las clases dominantes. La MH de los débiles, de los oprimidos, es muy peligrosa para las clases dominantes, sobre todo. Recordar que un día fuiste libre es peligroso para el que hoy se aprovecha de tus cadenas. Solamente parecen tener MH los poderosos, las clases dominantes. Y es que para ellos determinar los hechos históricos no es necesario; la MH de los poderosos sólo precisa que se recuerde el resultado final «quien se enfrenta a nosotros sucumbe y traerá la desgracia para él y los suyos». La MH de los pueblos, por el contrario es un instrumento básico e imprescindible para identificar las causas de la opresión, del dolor, de la guerra, de la dominación. Un pueblo que guarde memoria histórica es un pueblo dueño de sus destinos. Y eso es algo que algunos consideran necesario impedir y tienen los recursos sociales, políticos y económicos para lograrlo. Basta con aniquilar los símbolos, el lenguaje, vaciar la educación y la vida colectiva de señas de identidad colectivas entroncadas con la realidad y la propia memoria común.
Se ha dicho que la MH es expresión del rencor o incluso del odio anclado en el tiempo, nada más lejos de la verdad, pues si hay algo que pueda ayudar a superar el pasado es conocerlo y aprender de todo lo bueno que los seres humanos han sido capaces de hacer. Es la MH, un elemento que señala el interés común de los pueblos y les muestra que las divisiones son muchas veces artificiales, estimuladas desde arriba y desde atrás. La MH no necesita de tópicos, ni de ideas preconcebidas, esa sería una MH preconcebida y falsa. La MH permite desmitificar los enfrentamientos del presente y buscar soluciones. Los problemas que hoy vivimos ya fueron vividos antes de ahora; la MH nos impediría repetir errores. Sin MH la humanidad está condenada a vivir cada día el mismo sufrimiento, como Prometeo encadenado. No nos ha de extrañar que la MH colectiva despierte tanto recelo, incluso en la clase política de «izquierda». Muchos hemos tratado con gente que tuvo que elegir entre «hacer política» o «hacer carrera» y eligieron lo segundo. Y para hacer carrera en la Transición (entre el franquismo y el neofranquismo actual) la MH colectiva (asumida individualmente) era solo un lastre. ¿Por qué todo esto? Porque una derrota histórica no es solamente algo que sucedió hace mucho tiempo. Una derrota histórica es una derrota cuyas consecuencias se prolongan por generaciones, a lo largo del tiempo, hasta el presente, pero ya es hora de poner fin a esa situación; algunos, muchos, nunca hemos interiorizado esa derrota y sabemos que el futuro no está escrito sino que se forja día a día. La recuperación de la Memoria Histórica es el primer paso para recuperar nuestro futuro como un pueblo libre y dueño de sus destinos en la Tercera República Española. Búsquese a los enemigos de este objetivo y tendremos a quienes dificultan esta tarea.