Rendimos homenaje a unos héroes que llegaron en la defensa de sus ideales al máximo sacrificio, a la entrega de su vida. Nosotros tenemos la obligación, y el compromiso de continuar su lucha. Ese es el mejor homenaje que podemos brindarles, a ellos, y a todas las víctimas de la barbarie fascista. Es este un día triste, pero también un día de esperanza. El sentimiento republicano crece día a día, las banderas republicanas están en las calles: los ideales por lo que murieron nuestros compañeros han fructificado.
Cinco jóvenes antifascistas fueron asesinados el 27 de septiembre de 1975, tras haber sido detenidos, bárbaramente torturados y juzgados en un consejo de guerra en el que carecieron de cualquier garantía judicial. Fueron los últimos fusilamientos de un régimen genocida que nació asesinando y murió de la misma manera. Con esos fusilamientos, mediante el terror, la dictadura de Franco pretendía frenar la creciente lucha popular contra el régimen. Porque en los primeros años de la década de los setenta del pasado siglo, mucha gente estaba perdiendo el miedo y se enfrentaba abiertamente a la dictadura. Proliferaban las huelgas, las manifestaciones, se incrementaba la lucha armada, y el fascismo pretendió aterrorizar a los trabajadores, a los estudiantes, a los intelectuales, a todos aquellos que se enfrentaban al fascismo.
Esos crímenes siguen impunes: tenemos una Ley de Memoria Histórica que no declara ilegales los consejos de guerra del franquismo; hay cientos de fosas comunes sin exhumar en las que yacen miles de hombres y mujeres asesinados en la retaguardia franquista por el mero hecho de defender la legalidad republicana; no se ha condenado de forma tajante el régimen franquista; hay decenas de calles y plazas que siguen llevando el nombre de militares golpistas y de pistoleros falangistas; no se han exigido responsabilidades a los autores del genocidio republicano; en los libros de texto que estudian los jóvenes de este país se denomina terroristas a quienes fueron fusilados ese 27 de septiembre.
Nosotros aquí, con nuestra presencia, denunciamos esta monstruosa tergiversación histórica y reivindicamos la memoria y la lucha de nuestros compañeros Humberto Baena Alonso, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo, que sacrificaron su vida luchando contra el fascismo, por el socialismo y por la República. Eran revolucionarios, eran comunistas, eran republicanos, y fueron víctimas del terrorismo franquista. Los terroristas eran todos aquellos que defendían el fascismo, los militares, los torturadores de la Brigada Político-Social, los jueces del TOP, por citar sólo a los más activos protagonistas de la represión.
Rendimos homenaje a unos héroes que llegaron en la defensa de sus ideales al máximo sacrificio, a la entrega de su vida. Nosotros tenemos la obligación, y el compromiso de continuar su lucha. Ese es el mejor homenaje que podemos brindarles, a ellos, y a todas las víctimas de la barbarie fascista.
Debemos combatir sin descanso contra esta monarquía, cómplice de la represión franquista, que ampara y protege la corrupción, que sofoca las libertades y los derechos civiles. Tenemos el compromiso moral de trabajar y luchar por la República para recuperar la libertad, la dignidad y la soberanía nacional.
Este es un día triste, pero también es un día de esperanza. El sentimiento republicano crece día a día, las banderas republicanas están en las calles, los ideales por lo que murieron nuestros compañeros han fructificado.
¡¡¡VIVA LA III REPÚBLICA!!!
Texto de C. Hermida
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Discurso de Floren Dimas ante la tumba de Sánchez Bravo
PALABRAS ANTE LA TUMBA DEL MILITANTE DEL FRAP JOSE LUIS SANCHEZ BRAVO, UNO DE LOS ÚLTIMOS ASESINADOS POR UN PELOTÓN DE EJECUCIÓN FRANQUISTA, EL 24 DE SEPTIEMBRE DE 1975. VEINTISEIS DIAS DESPUES, FRANCO SE FUE AL INFIERNO.
“Opuesto a todo tipo de pacto incluso con militares demócratas o la Iglesia progresista, su intransigencia llevó al FRAP a estar cada vez más apartada de los pactos y movimientos políticos que se estaban dando en la oposición a la dictadura. El triunfo de la operación de reforma política y la nueva situación llevó a su fin y a su disolución en el año 1978.”
Cuando alguien quiere saber qué fue el FRAP, se conecta a la red y busca en la Wikipedia, como fuente de información primaria y rápida, enterándose por este medio de que, las acciones que cometió esta organización contra los servidores del régimen se consideran “asesinatos” y que Santiago Carrillo abanderó la reconciliación con las fuerzas del franquismo, …para llegar a donde estamos.
Puesta la información general en manos de poderosos altavoces mediáticos, resulta difícil documentarse sobre la auténtica historia del FRAP, sus objetivos, sus protagonistas y sus acciones, para todo aquel que quiera abrirse paso, en este mar de ignorancias inducidas.
Pocos en Francia se atreverían a calificar como “asesinatos”, los golpes de mano del maquis contra la policía del régimen colaboracionista de Vichy. E incluso en la Italia de Berlusconi, no saldría gratis condenar públicamente hoy, a los que colgaron a Mussolini de un poste de gasolinera.
Pero en España, no solo es posible que la “historia oficial” siga haciéndolo con quiénes jugándose la vida, abatieron a esbirros del franquismo en acciones armadas, si no que en plena hégira de un gobierno “socialista”, se consiga excluir de las leyes reparadoras a los asesinados del FRAP, de ser considerados como víctimas del franquismo, manteniendo de forma ignominiosa la misma calificación jurídica, que sostuvieron los tribunales que los condenaron a muerte, tras una farsa de juicio que ha sonrojado a juristas demócratas de todo el mundo, entonces y ahora. Las leyes franquistas, de antes, y las socialistas de ahora , fusilan el cuerpo y la memoria de los luchadores por la libertad.
Una de las estrategias contumazmente utilizadas, por los gobiernos habidos desde la muerte de Franco, ha sido la “equidistancia”. Poner en el fiel la balanza de medir los crímenes “de los dos bandos”, incluso, durante la etapa final de la dictadura, valorando por igual las acciones del Batallón Vasco-Español, o las de su sucesor, el GAL, asesinando antifranquistas, con las muertes producidas de policías o guardia civiles, sátrapas torturadores de la dictadura, en el curso de enfrentamientos con militantes del FRAP.
Por lo visto, no importan matices tan significados como que, mientras aquellas bandas estaban integradas por policías y mercenarios de extrema derecha, el FRAP era una organización política, cuyos fines eran la desestabilización de un régimen totalitario, llamando a la acción popular revolucionaria. Fueron los últimos maquis contra el franquismo.
Meter en un mismo saco a pistoleros fascistas y a resistentes antifascistas, ha sido la forma de negar a los combatientes del FRAP su estatus de luchadores por la libertad y de víctimas del franquismo, una homologación negada, precisamente, por el gobierno “socialista” de Zapatero.
Estamos aquí esta mañana, para acreditar que el sentido de aquella lucha en la que cayó el compañero José Luís, no solo sigue siendo el mismo que le llevó a empuñar un arma, para no doblegarse ante un régimen sanguinario, si no que si renunciamos a mantener en alto una resistencia activa y pacífica, contra los enemigos de entonces y de ahora, tendremos oportunidad de ver regresar a España, al mismo sistema social de injusticia, que llevó a aquellos jóvenes a sublevarse contra aquel protoliberalismo casposo y cutre, que hoy vuelve maquillado de modernidad, globalización, “mercados” y promesas, pero que ya no pueden disimular sus auténticas intenciones de acabar, con aquello que no pudo doblegar aquel régimen felizmente fenecido: la capacidad de resistir y la voluntad de contraatacar en la medida de nuestras fuerzas.
Noticias como el intento de establecer la censura en los medios estatales de comunicación, o la encuesta publicada ayer, que sitúa a Ramón Luís Valcárcel, como el líder autonómico más valorado de España, nos da la medida de lo que se nos puede venir encima, si no nos prestamos a movilizarnos en la defensa de las libertades y de los derechos.
La Memoria de los últimos asesinados del franquismo, debe estar hoy más presente que nunca. Nuestras armas, tienen que ser el compromiso activo y la capacidad de llevar estos mensajes a los demás.
Compañeros, amigos ¡VIVA LA REPÚBLICA!