POR EL IMPERIOS HACIA DIOS, por Carlos Álvarez
POR EL IMPERIOS HACIA DIOS, por Carlos Álvarez

¿Cómo podrá justificar a partir de ahora el presidente de los Estados Unidos su posición ante el continuo atropello de Palestina por Israel? ¿Podrá alguien seguir creyendo que el interés de Washington en relación con el Próximo Oriente es que se estabilicen ambos países con las fronteras de 1967? ¿Qué pide el presidente Abbás? Que se reconozca el Estado Palestino. ¿Con  qué pretexto se puede vetar tan elemental aspiración? Los dirigentes europeos que secundan a los Estados Unidos en su postura, aleguen lo que aleguen, saben de sobra que cualquier argumento es una mentira. La única razón que determina el veto de los yanquis a que se haga justicia en Palestina, la única por la que los sucesivos presidentes del imperio han vetado cualquier intento internacional de hacer que Israel se someta como los demás países del  mundo a las normas de convivencia que intentan regir las Naciones Unidas, es que Israel, teóricamente un país democrático independiente, es, de hecho, aunque jurídicamente se oculte, uno más de los  Estados de la Unión. Forma parte del imperio. El Premio Nobel de la Paz, que por cierto también le fue concedido a Henry Kissinger – tal vez el hombre vivo responsable de mayor número de muertes- se ha quitado la careta. El mismo día, dicho sea de paso, en que se ha desentendido del asesinato de Troy Davis. La verdad es que parecía más inteligente. ¡Qué decepción!

«Por el imperio hacia Dios» fue uno de los más canallescos slogans del franquismo. ¡Qué contradicción moral! Todos los imperios, desde Asiria hasta el que actualmente dirige la banca norteamericana a través de Barak Obama, pasando por aquel en que en una época no se ponía el sol, son o han sido estados delincuentes: depredadores, asesinos. Desarrollados a costa del subdesarrollo de los demás. Su imagen podría ejemplarizarse con la de un  hombre pisoteando a otro en el suelo. Hay quizá una diferencia entre el actual imperio y los anteriores. En tiempos de Sardanápalo o Alejandro la moral ambiente no se oponía a los procedimientos que habitualmente se utilizaban para conseguir el beneficio. Aunque teóricamente las religiones monoteístas más o menos inspiradas en el Libro decían oponerse también más o menos a tales procedimientos, la realidad era bien  diferente. Pero ahora, de todas formas, la contradicción existente entre cómo la mayoría de los seres humanos pensamos que deben regirse las relaciones entre los poderosos y los parias de la tierra, sean países o ,personas, y cómo deja su huella la bota yanqui, es mucho mayor.

Madrid, 23 de septiembre de 2011