Miguel Hernández muere por segunda vez; ahora en Elche
Miguel Hernández muere por segunda vez; ahora en Elche

Poco podía pensarse el poeta que sería Elche, la ciudad elegida por su esposa Josefina Manresa en 1950 para criar a su único hijo vivo Manuel Miguel (en quien se inspiró Miguel para crear  la famosa Nana de la cebolla) la ciudad que le vería morir por segunda vez. La primera de sus muertes, la física, la mortal, fue debida a las cárceles y penalidades sufridas por el infausto dictador Franco. Fue consecuencia de una incivil guerra y una atroz venganza y persecución contra la libertad y la inteligencia. Esta segunda muerte, ha sido en tiempos de “paz”. De una paz aparentemente pactada para olvidar las crueldades pasadas, pero que, en realidad, sólo ha servido para soliviantar y recordar al pueblo, a los trabajadores, a las clases humildes y más oprimidas, que casi nada ha cambiado, que todo sigue igual y que aún continuará peor.
Esta segunda muerte del poeta universal se ha producido con la misma impudicia, con la misma falta de honor, con la misma alevosía que la primera. Las huestes que han pillado el poder del Ayuntamiento de Elx, por connivencia expresa de 49.000 votos de ilicitanos que, ojalá, se vean obligados a pedir perdón por haber elegido unos representantes que rayan la obscenidad política, social  y, sobre todo, cultural; haciendo honor al creador de su partido y a los genes que, inevitablemente, llevan en sus cerebros, no sólo no gobiernan la Corporación Municipal, ya que están demostrando su ineficacia y su carencia total de aptitudes para dicha gestión, si no que actúan de manera revanchista, clasista y socarrona al más puro estilo cateto, propio de su casposo y grasiento nivel intelectual.

“Roban” monumentos a demócratas y luchadores por la libertad,pues el pueblo de Elche los había tomado como propios. Cierran bibliotecas y clausurarán cuántas herramientas se encuentren a disposición del desarrollo cultural del pueblo de Elche. La penúltima puntilla la dan con el legado de Miguel Hernández. Elche, una ciudad que se han ganado a pulso el respeto y la admiración en todo el mundo, por su tesón, laboriosidad y su cultura, posee nada menos que dos Patrimonios de la Humanidad: el Misteri y el Palmeral. Las aclamaciones vinieron no sólo de España sino del resto de países. Ahora nos toca vivir la más bárbara ignominia, la afrenta más humillante, el oprobio más indeseable, la deshonra pública y cultural que ningún pueblo del mundo entero se hubiera atrevido a hacer: matar, estando ya muerto, al poeta.

Por mucho que se amparen en la mentira del costo del legado, nadie les cree ya. Los datos y las cifras están a la vista de cualquiera. Siguen mintiendo. ¿Saben hacer algo más?

Gracias, “señores” -por llamarles de alguna forma- del Partido Popular de Elche. Han hecho honor a lo que todos los ilicitanos -menos cuarenta y nueve mil- esperábamos de su inculta, vengonzosa y nefasta gestión: el rídiculo más espantoso y dejar que la humanidad entera se ría de “nuestra” ciudad que tan indignamente han ocupado. Esperemos que la historia sea justa y castigue a los verdaderos culpables y nunca al pueblo ilicitano.