La movilización debe seguir y dotarse de objetivos políticos
La movilización debe seguir y dotarse de objetivos políticos

La Huelga General del 29M fue un éxito rotundo de las clases trabajadoras, del pueblo, que resultó clamoroso en las calles: la oposición popular a la política de recortes reunió a millones de personas, en 381 movilizaciones, que repitieron las imágenes de las grandes manifestaciones de 2003 contra la guerra de Irak.

Sin embargo, Rajoy y los suyos están decididos a echar este pulso al pueblo y a sus organizaciones: los nuevos recortes en la educación y la sanidad, con el recorte de las becas y el brutal aumento de las tasas universitarias, el próximo despido de decenas de miles de profesores, la anunciada masificación de la educación pública, junto al copago por adelantado para jubilados, las trabas a la atención sanitaria de inmigrantes y de jóvenes mayores de 26 años y las subidas del gas y de la luz, así lo atestiguan. Y suma y sigue. Caiga quien caiga, incluso si algunos de sus ministros acaban “quemados” antes del verano.

De esta forma, multiplicando las agresiones y los frentes, tratan de inocular la confusión, el miedo, la impotencia y, finalmente, la resignación; y, mientras tanto, no dudan en aplicar la represión más descarnada contra estudiantes y sindicalistas, en una clara advertencia de que su próximo objetivo son los derechos democráticos, incluidos los de huelga y manifestación.

En contraste, la impunidad sigue siendo patrimonio exclusivo de los de siempre: banqueros indultados, políticos monárquicos corruptos, obispos homófobos…; y, desde luego, la Casa Real, que ha demostrado ser la máxima expresión de un orden político  ilegítimo que no representa los intereses populares, sino los de una minoría de parásitos, que son justamente quienes provocaron la crisis y ahora pretenden que la mayoría social cargue con las consecuencias.

Los últimos escándalos del jefe del Estado han puesto en primer plano el debate sobre la vetusta institución monárquica, obligando a todas las fuerzas políticas a tomar posición. Por nuestra parte, consideramos que, para desarrollar las políticas que necesita la  mayoría social, es imprescindible avanzar hacia la ruptura con el régimen heredero de la dictadura.

En este sentido, el 29-M pudimos ver manifestaciones masivas en las que proliferaron las banderas tricolores; es un hecho, asimismo, la creciente movilización de jóvenes que buscan su espacio político al margen del hastío, la corrupción y la desesperanza que inspiran los partidos del régimen. Los jóvenes se incorporan masivamente a la lucha porque saben que no hay otra manera de virar el rumbo de sus vidas; quienes portan las republicanas, saben o intuyen que no es posible un cambio real, en beneficio de las clases populares, en el marco político actual. Y estos dos hechos, unidos, señalan claramente una dirección: hay que continuar con las movilizaciones,  toda la izquierda política y social es consciente de ello; pero es necesario que la movilización suba un peldaño más, que vaya planteando la lucha en términos políticos, para poder vislumbrar un futuro de esperanza para las viejas y las nuevas generaciones.

Hoy más que nunca, pues, es necesario que todas las fuerzas de izquierda afrontemos la tarea de construir un bloque popular que haga frente a los recortes y a la escalada antidemocrática del PP y sus socios.
Pero ese nuevo frente popular no puede limitarse a poner parches. Lo sucedido hasta ahora debe servir para que miles de ciudadanos terminen de comprender que no hay salida deseable que tenga a los partidos monárquicos al frente; que no es posible mejorar  sustancialmente nuestras vidas en el marco político actual.

Así pues, debemos proseguir con las movilizaciones contra los recortes de derechos sociales y laborales, sí, pero éstas deben dirigirse a imponer la democracia, exigiendo la dimisión del gobierno de Rajoy y el de Artur Mas, por mentirosos y por creer que gozan de carta blanca para imponernos la política de banqueros, especuladores y demás chusma. Así podremos hacer realidad la verdadera democracia, la legítima, la que ocupa las calles porque brota del ser mismo del pueblo, de ese ser que es realmente quien debe detentar la soberanía, que igual que la cede a sus representantes, se la puede arrebatar, con toda la legitimidad que le da el tener la razón y el ser la inmensa mayoría.

Porque nadie ha votado los recortes: retirada de las leyes y decretos que pretenden imponernos el miedo, la miseria y la emigración.

Porque la soberanía es del pueblo: dimisión de los gobiernos fraudulentos.

Porque la democracia debe ser bienestar, no desamparo: enjuiciamiento de los corruptos y de los defraudadores, para que paguen la crisis los verdaderos culpables.

Porque la democracia se hace cada día: ¡vamos hacia la REPÚBLICA!