¿CIENCIA FICCIÓN?, por Carlos Hermida
¿CIENCIA FICCIÓN?, por Carlos Hermida

España. Año 2050. El Derecho del Trabajo ya no se estudia en las Universidades. No es necesario porque  no hay legislación laboral que aplicar. Los convenios colectivos, los contratos, la regulación horaria, todo ha desaparecido, y cada empresa dispone ahora de su propio código al que los trabajadores deben atenerse. Los obreros son contratados y despedidos a voluntad de los empresarios. Las indemnizaciones por despido han desaparecido, al igual que los seguros  de enfermedad,  maternidad y las pensiones de jubilación. La educación y sanidad públicas son un recuerdo de tiempos pasados, un tema para arqueólogos.

Millones de parados hundidos en la miseria pueblan las ciudades, a pesar de las redadas que la policía lleva a cabo periódicamente contra los mendigos, a quienes el gobierno considera delincuentes. Las prisiones han dejado lugar a los campos de internamiento para los que oficialmente son considerados un peligro público. La pobreza es delito.

Los sindicatos están prohibidos, aunque algunos afiliados trabajan en la clandestinidad, intentando reconstruir  organizaciones y redes de solidaridad. La huelga es ilegal y se castiga con duras penas de cárcel.

En el Museo del Prado cuelgan fotografías de las obras de nuestros geniales pintores. Los cuadros originales se trasladaron a Alemania como pago de una parte de la deuda pública y de los rescates financieros.

En las grandes urbes existe una estricta zonificación social. La burguesía vive aislada en urbanizaciones y zonas protegidas por cuerpos policiales privados, y el acceso está restringido para el resto de la población. Los trabajadores habitan barrios degradados, intentando sobrevivir y mantener sus precarios empleos.

Los planes de estudio han experimentado una profunda modificación. En las clases de Historia el siglo XX se explica como una época de subversión, en la que los sindicatos y los partidos obreros, ahora calificados de terroristas, habían cuestionado el orden social y llevado al país a una profunda crisis económica.  Afortunadamente, un movimiento salvador cívico-militar destruyó el infame sistema parlamentario y los mercados volvieron a confiar en España.

En ocasiones,  a través de Internet se difunden mensajes de resistencia y en las familias  algunos abuelos todavía cuentan a sus nietos que a comienzos del siglo XXI los trabajadores tenían derechos y los hijos de los obreros podían acceder a la Universidad. Pero en poco tiempo todo fue destruido a golpe de decretos por un gobierno derechista vendido al capital extranjero.

Hay hombres y mujeres que no se han doblegado  e intentan organizar a la población y provocar un levantamiento social, perseguidos con saña por una policía que practica  sistemáticamente la tortura, convertida en una práctica legal. Se ha restablecido la pena de muerte.

Esto no es ciencia ficción. Estamos en el comienzo de un proceso que nos devolverá a los tiempos de la Revolución Industrial.  En nosotros, hombres y mujeres de este país, está el evitar el desastre social y el triunfo de la barbarie. No nos resignemos a vivir como esclavos. Vamos a unirnos en un bloque popular, a luchar por la República, a edificar un futuro de justicia y libertad. Podemos y debemos vencer.