A pesar de la durísima campaña antisindical; a pesar del boicot activo de los sindicatos corporativos y amarillos y de una parte del sindicalismo nacionalista (ELA y LAB no secundaron la huelga y deberán rendir cuentas por ello ante los trabajadores vascos); a pesar de la complicidad prácticamente unánime de la miserable “clase política”; a pesar de las incendiarias proclamas de peperos y tertulianos, que llevan semanas trabajando como piquetes antihuelga, cuando no apelando abiertamente al uso de la violencia contra los trabajadores; a pesar de los desorbitados servicios mínimos impuestos; a pesar de la represión policial y de la agresividad criminal de los patronos y sus lacayos, la Huelga General del 29 de Septiembre ha sido un éxito cuya importancia queda definida, precisamente, por el interés unánime del régimen en rebajar su alcance.
Millones de trabajadores, más del 70% según los sindicatos convocantes, secundaron el paro. En Madrid, Barcelona, Huelva, Sevilla, Vigo…, en toda España, era evidente la contundencia de la Huelga: autobuses, tráfico aéreo, puertos pesqueros, universidades, centros de enseñanza, industria, siguieron masivamente la convocatoria; los canales autonómicos: Tele Madrid, Canal Sur y TV3 cerraron sus emisiones; incluso centros emblemáticos del empresariado fascista español, como “El Corte Inglés”, llegaron a cerrar sus puertas en localidades como Vigo o Zaragoza, a pesar del impresionante despliegue policial que tenía literalmente cercados sus establecimientos.
El cinismo mendaz de los dirigentes políticos ha alcanzado cotas difíciles de superar: el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, el fascista Granados, por ejemplo, afirmaba con el mayor descaro que la incidencia del paro no llegaba al 8%, mientras la televisión autonómica permanecía toda la jornada sin emitir, por decisión de la plantilla, que secundó el paro, y el centro de Madrid permanecía cerrado prácticamente al tráfico, ocupado por piquetes de miles de trabajadores.
Más de un centenar de detenidos, decenas de heridos (una trabajadora del Ayuntamiento de Coslada fue atropellada por el conductor de una furgoneta de reparto del grupo “Libertad Digital”, abanderado del fascismo escrito, que unos días antes llamaba a utilizar la violencia contra los piquetes informativos); la policía disparaba en las puertas de la empresa EADS-CASA… La jornada culminaba con multitudinarias manifestaciones que agruparon a más de millón y medio de trabajadores en todo el estado: 500.000 en Madrid, 400.000 en Barcelona, 70.000 en Vigo, etc.; en ellas ondearon centenares de banderas republicanas y eran constantes los gritos de “Zapatero dimisión”.
Por su parte, el Parlamento español, siguiendo su tradicional actitud de esquirol, se reunía, con la excepción de los parlamentarios de IU, ERC y BNG, para tratar los próximos Presupuestos Generales del Estado, en los que el Gobierno anuncia una reducción del gasto público superior al 15%.
Las pruebas de la gigantesca manipulación en torno a la Huelga, perpetrada por el aparato de propaganda del régimen, se amontonan; sirva de ejemplo el intento de minimizar, hasta extremos grotescos, las cifras de participantes en las masivas manifestaciones que ponían el broche a la jornada de lucha. O sus obsesivas acusaciones de violencia vertidas contra los piquetes, cuando lo cierto es que los heridos y agredidos han sido, en su inmensa mayoría, los trabajadores que informaban del paro.
Pero nada pudo detener la determinación del proletariado español, que supo elevarse por encima de la dispersión y el derrotismo fomentado por los enemigos de clase, dándoles una lección que no olvidarán. Y, aunque públicamente no lo reconozcan, que nadie dude que han acusado el golpe; solo así se explica tanta mentira, tanta basura, tanta saña.
Sabedor de que, a pesar de su empeño en negar lo evidente, la huelga, directamente dirigida contra su política, ha sido un rotundo éxito que debilita aún más su posición, el Gobierno ha jugado la baza de su perdido “talante”, recurriendo a la retórica conciliadora, acompañada de la insistencia en mantener su ataque; así, en sus primeras declaraciones tras la huelga, llamaba a recuperar el “diálogo social” con los sindicatos.
Pero la situación ha cambiado: dentro del sindicato, han salido reforzados los sectores más combativos y de clase, que se han impuesto con determinación a los arribistas y medrosos; la disposición a la lucha ha aumentado, lo que ha llevado a los dirigentes de CCOO y UGT a insistir en que no es posible ninguna negociación, si Zapatero no da marcha atrás en las reformas impuestas. Esta es una condición imprescindible para no defraudar a los millones de trabajadores que siguieron, apoyaron o vieron con simpatía la movilización.
Una de las enseñanzas más importantes de la Huelga General ha sido la importancia determinante que tiene la unidad, que aporta confianza al proletariado. También ha resaltado la participación de la juventud. En los piquetes más duros, donde se jugaba una parte importante del éxito de la huelga, se ha notado una nutrida presencia de jóvenes, que se han fogueado en su primera experiencia de lucha, librada en condiciones particularmente difíciles. Nuestra juventud, la JCE (m-l), ha participado en ellos, hombro con hombro, con jóvenes sindicalistas, estudiantes y los militantes de nuestro partido y de otras organizaciones de la izquierda, dando un ejemplo de unidad.
Por último, ha quedado de nuevo en evidencia la superioridad del sindicalismo confederal y de masas, que a pesar de las reticencias iniciales de sus dirigentes, finalmente ha garantizado la organización del paro. La actitud de algunos sindicatos de empresa o sector, que convocaron marchas separadas de las grandes demostraciones unitarias, y su escasa participación en el desarrollo del paro, han vuelto a probar el carácter limitado de este modelo de sindicalismo y su incapacidad para representar los intereses generales del proletariado.
Después del 29 de Septiembre
En la concentración general de los piquetes madrileños celebrada a las 20.30 del día 28, en la Puerta del Sol, participó el presidente de la DGB alemana, que trasladó su solidaridad con los trabajadores españoles. Que un representante tan notable del, tradicionalmente conciliador, sindicalismo alemán, llame a responder con contundencia a los ataques del neoliberalismo, prueba que comienza a imponerse en Europa la evidencia de que entramos en un periodo de lucha de clases abierta, en el que la conciliación no es posible y los sindicatos se juegan su futuro si no son capaces de coordinar sus acciones y radicalizar sus respuestas a las políticas imperialistas.
Esa necesidad de unidad y firmeza, solo puede tener una consecuencia práctica inmediata, en la que los sindicalistas de clase debemos insistir: la convocatoria de una Huelga General en Europa, contra los planes del imperialismo y sus valedores políticos.
Por otra parte, conforme se acumulan los elementos para que pueda producirse un salto cualitativo en la lucha, se nota cada vez más la ausencia de un factor, que a corto plazo será trascendental para que dicho salto se produzca : la expresión política de la rebeldía contenida del proletariado.
El viejo reformismo conciliador explica los ataques que sufre el proletariado en sus derechos, por el hecho de que una mayoría del Parlamento Europeo está en manos de la derecha reaccionaria; pero esa no es más que la consecuencia de las políticas reaccionarias practicadas estos últimos años por los social-liberales. No olvidemos tampoco que tres de los países donde se han aplicado o anunciado los planes más duros están gobernados por la socialdemocracia de derecha: España, Grecia y Portugal.
Y en España, la cuestión se plantea aún con mayor gravedad: una abrumadora mayoría, superior al 95%, del Parlamento, decide y legisla al margen y contra la mayoría social. Y esta es la principal contradicción que el proletariado deberá resolver: la unidad y firmeza demostrada en el desarrollo de la Huelga General debe trasladarse al terreno político, si no queremos desaprovechar un capital humano tan importante como el que se puso en acción el 29 de Septiembre. Y debemos hacerlo, dejando claros los objetivos, orientándolos contra el modelo político que predomina en España, donde siguen intactas, en esencia, las estructuras de poder que sustentaron la dictadura fascista y el control político sigue en las mismas manos: una minoría oligárquica insaciable y dispuesta a arrasar con las conquistas de las clases trabajadoras.
El proletariado español debe extraer de esta importante batalla las lecciones necesarias para aplicarlas en los futuros combates, que va a tener que librar más pronto que tarde si, como parece, el Gobierno Zapatero insiste en su intención de continuar desarrollando sus planes reaccionarios. Fuimos a esta batalla conscientes de que el 29 no era el punto y final, sino el inicio de un periodo en el que van a ser necesarias nuevas y contundentes movilizaciones, para doblar el brazo al imperialismo. El primer encontronazo, lejos de debilitar al sindicalismo, como auguraban los mensajeros del miedo y la frustración, ha contribuido a reforzar al proletariado. Vendrán otros, en los que será necesario poner en juego, de nuevo, lo mejor de nuestra clase. Los comunistas renovamos nuestro compromiso en la tarea de contribuir a la organización de esas luchas por venir.
¡¡¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!!!
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