No he olvidado ni olvidaré mientras viva aquella tarde en el Congreso de los Diputados cuando Luis Gómez Llorente se puso en pie y con su voz pausada y profesoral defendió la validez y superioridad del gobierno de la República sobre el de la monarquía. Estabamos en la comisión constitucional presidida por Emilio Attard y se elaboraba el anteproyecto de la Constitución todavía hoy vigente.
Era un voto particular presentado por el Psoe de entonces. En la sala, diputados y periodistas guardabamos un silencio cortante. Se esperaban sus palabras con expectación aunque se conocía de antemano el límite de un voto particular y sobre todo de “aquél” voto particular. Pero interesaba la expresión del mismo, su alcance semántico y también politico encuadrado, como era lógico, en aquel “aquí y ahora”. Una cierta emoción para alguno y una curiosidad casi perversa para otros recorría el ambiente.
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